Saturday, November 13, 2010

Investigación argentina sobre distonía

A fines del año 2009 un equipo de médicos neurólogos argentinos realizó una evaluación de la prevalencia de distonía focal en músicos profesionales mediante encuestas entre los integrantes de varias orquestas de Buenos Aires. Dicha evaluación tenía carácter de un estudio de campo inicial y global. Queda pendiente una investigación de mayor rigor científico en cuanto al número de personas encuestadas y los respectivos diagnósticos clínicos.

El cuadro de la distonía focal es el más temido entre las enfermedades profesionales de músicos. La medicina laboral subraya que es difícil de tratar y que termina a menudo con la inhabilitación laboral a largo plazo o incluso con la jubilación prematura del agente afectado. Por la misma razón, la tarea del músico es considerada “de alto riesgo” por las aseguradoras de riesgos de trabajo (ART) en varios países.

La investigación argentina, cuyo resultado fue presentado en el 14º Congreso Internacional de la “Movement Disorder Society” entre el 13 y el 17 de junio de 2010 en la Ciudad de Buenos Aires, arroja números estadísticos que nos llaman la atención por situar a los profesionales argentinos por encima del margen superior de riesgo comparado con sus colegas de otros países. Si la prevalencia del mencionado cuadro es estimado internacionalmente entre un 0,5 – 15 % en músicos profesionales, los investigadores argentinos detectaron – con las reservas arriba mencionadas- síntomas sugestivos en 16,92 % de los músicos locales.

Sin ser científicos, queremos ofrecer una hipótesis amateur sobre posibles factores causantes de la mayor incidencia en músicos profesionales argentinos:
Se sabe que los artistas y trabajadores culturales gozan de alto prestigio y respeto en otros países. La tarea diaria del músico profesional se desarrolla allí habitualmente en un ambiente con clima templado, sobre un piso horizontal, protegida de ruidos molestos, disponiendo de material de partituras bien editado y limpio, disponiendo además de buena iluminación sobre los atriles, de asientos ergonómicos, de instalaciones sanitarias suficientes, de tiempo de preparación personal suficiente gracias a plazos prudentes de planificación de la programación etc., en una palabra: en circunstancias de higiene y seguridad laboral adecuadas.
Todas estas condiciones, fundamentales para la prevención de enfermedades profesionales, NO están dadas en el ámbito laboral de la Orquesta Sinfónica Nacional. (ver reclamos gremiales 2000/2004 y nota del Subdirector del 2007)

En la paritaria del 2007, el Estado nacional reconoció en un principio esta problemática con la medida de otorgar a los cantantes de los coros nacionales un adicional al salario por higiene psicofísica profesional, llamado en el texto de la norma “Adicional por cuidados del órgano vocal” (Decreto 1592/2007, SEXTA).

Inexplicablemente, el criterio de fundamento – que la corporeidad integral es la herramienta principal de cualquier artista de escenario - no fue aplicado a los cuerpos de conjuntos instrumentales, a pesar de que muchos de los desgastes de salud de sus agentes están directamente vinculados con el ejercicio de su tarea. Tan sólo en los últimos años, dos colegas han tenido que retirarse de la actividad antes de llegar a la edad jubilatoria, mientras los partes médicos registraron numerosas licencias por enfermedad, muchas por trastornos de la función motriz de los instrumentistas. Dos de ellas, casos de colegas menores de 30 años, se prolongaron hasta 2 años. Cabe mencionar que las terapias específicas que suelen ayudar a superar este tipo de problemas, no son abarcadas por las obras sociales.

La Orquesta Sinfónica Nacional, junto a UPCN, hizo constar el reclamo del correspondiente adicional salarial en el Acta de paritaria del 16-07-07. A tres años de dicha reunión, queda aún pendiente el otorgamiento del mencionado adicional a los músicos instrumentistas de las bandas y orquestas de la Nación.

Bibliografía: Prevalence of focal task-specific dystonia among professional musicians in a community-based study from Argentina. Movement Disorders Vol. 25, Suppl. 2, 2010, pp. S247